martes, 18 de septiembre de 2012



Todos los días debemos demostrar nuestro cariño a todas las personas que están próximas a nosotros.
¡Sonríe y se feliz! :)

lunes, 21 de mayo de 2012


Remedio para calmar el dolor de cabeza
 y la tensión nerviosa
Ingredientes:
Una taza de agua.
Tres hojas de verbena.
Tres cucharadas de flores de lavanda.
Preparación:
Poner a calentar por 10 minutos en un recipiente, la taza de agua con las 3 hojas de verbena y las 3 cucharadas de flores de lavanda.
Dejar reposar por 5 minutos.
Modo de empleo y dosis:
Vaciar la infusión en una taza y endulza con miel. Beber 1 o 2 tazas al día en caso de ser necesario. Si el malestar continúa, acudir al médico.

Remedio para evitar los calambres musculares
Ingredientes:
Una cucharadita de mejorana.
Una cucharadita de orégano.
Medio litro de agua hervida.
Preparación:
1.En una tetera, colocar 1 cucharadita de mejorana y 1 cucharadita de orégano.
2. Agregar 1/2 litro de agua hirviendo.
3.Tapar y dejar en infusión por 20 minutos.
Modo de empleo y dosis:
      Colar, servir y tomar caliente. Si le sobra esta infusión, dejar que se enfríe y refrigerar, calentando la porción que vaya a beber. Se recomienda incorporar plátanos en su dieta semanal, ya que el consumo de minerales de las frutas, en conjunto con esta infusión, ayudará a contrarrestar los calambres esos dolorosos movimientos  musculares involuntarios.

lunes, 12 de marzo de 2012

Cuento popular

La ratona envió a sus ratoncitos a que exploraran el mundo y le contaran sus impresiones. El primero se aventuró a asomarse a la puerta y volvió muy azorado diciendo:

     —He visto un monstruo. Tenía grandes orejas, era lanudo, meneaba la cola y decía con voz áspera: “guau, guau”.

     —No tengas miedo, no te harán nada esos monstruos.

     El segundo salió, llegó al corral y volvió muy inquieto.

     —¡He visto un sultán! —dijo—. Se paseaba presumido, alzaba la cresta, cortejaba a su serrallo y decía: “¡quiquiriquí!”

     —No temas —dijo la ratona— no se dignarán verte esos presumidos sultanes que sólo se ocupan de cortejar.

 El tercero salió y volvió al punto muy contento:

     —He visto un señor muy bueno: estaba junto al fogón hecho una bola, tenía los ojos cerrados, y rezaba.

—De esos diablos que aparentan que rezan —dijo la madre —, de ésos te has de cuidar.

Rubén M. Campos